60 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones
, es una jornada rogacionista por excelencia, porque en ella se derrama el celo por obtener trabajadores para el Reino y la Iglesia, en donde el carisma del Rogate debe interpelar cada una de las comunidades rogacionistas y en sus diferentes ámbitos de su apostolado para que ellas sean un ejemplo y testimonio lleven esta oración a toda la Iglesia y casa uno de sus miembros comprenda la necesidad de esta oración.
El triduo suele hacerse en adoración al Santísimo Sacramento del Altar, pero si no es posible se realiza en la celebración de la liturgia de las horas o en alguna otra expresión litúrgica, siempre teniendo en fervor y la fe de obtener obreros para la Santa Iglesia.
Primer Día: LA LLAMADA
CANTO DE EXPOSICIÓN
SILENCIO Y ADORACIÓN
De los Escritos de San Aníbal María Di Francia (Vol. V, p. 702-703)
En el Santo Evangelio del amorosísimo Señor Nuestro Jesucristo y justamente en el de San Mateo (cap. 9, 38) y en el de San Lucas (cap. 10, 2) se lee que Nuestro Señor, al ver la cantidad de muchedumbres abandonadas como rebaño sin Pastor, movido por la compasión infinita de las almas que perecían por falta de buenos cultivadores, “decía”: Abundante es la mies, pero los Trabajadores son pocos: rogad, pues al Señor de la mies, para que envíe Trabajadores a su mies. En esta divina Palabra que Jesucristo “decía”, se encierra todo bien para la Santa Iglesia, para toda la sociedad, para todas las almas. Porque, cuando el Sumo Dios envía los Sacerdotes según su Corazón a la Santa Iglesia y a los pueblos, ¿quién puede decir el inmenso bien que de ello salió? Y bien, si Jesucristo dijo: “Rogad al Señor de la mies (que son todas las almas) para que envíe Trabajadores a su mies, quiere decir:
- 1º que Él quiere absolutamente que todo el mundo haga esta oración, y que especialmente la hagan las almas consagradas a Dios.
- 2º que Él la atenderá infaliblemente, y que así cuánto más se dilatará esta divina Oración, tanto más la Santa Iglesia sobreabundará de escogidos y Santos Ministros del Santuario. Y he aquí la universal salvación, siendo los Sacerdotes luz del mundo y sal de la Tierra.
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
Mi querido Jesús, santifica los candidatos a la vida consagrada y sacerdotal. ¡Que crezcan todos para ti! Mueran internamente al mundo y a sí mismos; tu omnipotencia los defienda del contagio del mundo y de los malos ejemplos, tu misericordia actúe suavemente en sus corazones y en sus mentes, para que sean desapegados de todo y atraídos por tu gracia, sólo a ti conozcan, sólo a ti deseen, sólo a ti amen, a sólo a ti suspiren, sólo a ti busquen, sólo a ti hallen, sólo a ti se unan, sólo en ti queden todos consumidos. Amén.
(San Aníbal María)
PADRE NUESTRO
BENDICIÓN EUCARÍSTICA
CANTO FINAL
Segundo Día: LA SÚPLICA
CANTO DE EXPOSICIÓN
Del Evangelio según San Juan (Jn 15, 12-17)
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.
Palabra del Señor SILENCIO Y ADORACIÓN
De los Escritos de San Aníbal María Di Francia (Vol. II, pp. 504-505)
El Amorosísimo Hijo vuestro y Señor nuestro Jesucristo nos dijo: En verdad, en verdad os digo: todo lo que pediréis al Padre mío en mi nombre, os lo dará. Esta divina promesa nos hace olvidar toda nuestra indignidad y nos reanima para esperar incluso contra toda esperanza. No, Vos no nos podéis negar nada, oh Padre clementísimo, de lo que os pedimos en el Nombre de Jesús porque,
¿qué significa jamás rezar en el Nombre de Jesús si no presentaros los méritos de infinito valor de Jesucristo nuestro Señor? ¿Qué significa, si no rogaros en unión con las súplicas, con las oraciones, con el clamor válido del Unigénito Hijo vuestro, que con gemidos y suspiros os rogó por todos nosotros? ¿Qué significa, si no presentaros el Divino Redentor en su dolorosísima pasión y muerte, que padeció para la gloria vuestra y por nuestro amor? Ahora pues, Padre Amorosísimo, por todos estos méritos de vuestro divino Unigénito acoged esta humildísima súplica que todos y todas, componentes de estas Casas, Os presentamos en este día en que concluimos el santo mes consagrado al Nombre Santísimo de Jesús, y en la que todas nuestras anteriores súplicas anuales queremos recoger.
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
Oh Jesús, Providente Padre de la Familia Humana, que, si en todos los tiempos proveíste con Trabajadores Evangélicos la Santa Iglesia, ¡aún más tu amadísimo Corazón desea proveerla hoy, que tanto sufre la penuria por doquier! Tú quieres que nosotros por esta inmensa Gracia Te roguemos: y nosotros te presentamos las poderosas súplicas de Tu Santísima Madre y de San José,
¡concede a todos los pueblos, a toda la Iglesia, numerosas multitudes de elegidos Ministros tuyos, de nuevos y fervientes Apóstoles y discípulos! Y con Tu mirada benigna, oh providente Padre de esta mínima Familia, mira a nosotros también, y danos tu bendición, enciende nuevamente el fervor en estos Institutos este evangélico Apostolado de esta santa Propaganda; y mientras así, miserables, nos cansamos para que tu Santa Iglesia sea proveída por escogidos cultivadores de la mística mies, por favor, Corazón amorosísimo, concede también a nosotros estos místicos cultivadores de los que necesitamos para cumplir los muchos trabajos empezados, para el cultivo de las almas, para el buen éxito de muchas piadosas hazañas, para la salvación de muchos huérfanos, para el cumplimiento de muchos proyectos piadosos, en la plenitud de tu santísima Voluntad y de tu pleno beneplácito, para tu infinito y eterno consuelo. Amén. (San Aníbal María)
PADRE NUESTRO
BENDICIÓN EUCARÍSTICA
CANTO FINAL
Tercer Día: EL CELO
CANTO DE EXPOSICIÓN
Lectura del primer libro de los Reyes (1Re 19, 4-14)
Luego [Elías] anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que, sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo: «¡Ya es demasiado, Señor! ¡Toma mi vida, pues no soy mejor que mis padres!». Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo: «Levántate y come». Miró alrededor y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse. El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo: «Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo». Elías se levantó, comió, bebió y, con la fuerza de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios. Allí se introdujo en la cueva y pasó la noche. Le llegó la palabra del Señor preguntando: «¿Qué haces aquí, Elías?». Y él respondió:
«Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza, derribado tus altares y pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para arrebatármela». Le dijo: «Sal y permanece de pie en el monte ante el Señor». Entonces pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba las rocas ante el Señor, aunque en el huracán no estaba el Señor. Después del huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor. Después del terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor. Después del fuego el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva. Le llegó una voz que le dijo:
«¿Qué haces aquí, Elías?», y él respondió: «Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza, derribado tus altares y pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para arrebatármela».
Palabra de Dios
SILENCIO Y ADORACIÓN
De los Escritos de San Aníbal María Di Francia
La caridad engendra en sí misma una virtud, que es como su fervor y su llama, que se eleva hasta Dios, y que saca en el amor y la gloria del Infinito los motivos de su más intensa actividad. Esta virtud es el celo de la gloria de Dios y de la salvación de las almas. Ella substituye al egoísmo del siglo el verdadero altruismo y hace interesar tan vivamente al bien verdadero del prójimo y del triunfo de la verdad, que el hombre que es conquistado por ello no puede quedarse parado: su vida se convierte en un continuo consumirse para Dios, para la verdad, para el bien moral de todos, y en un continuo martirio en ver que tanto mal se difunde en la sociedad, y en no poder abrazar todo el mundo en el círculo limitado de sus acciones. Por el aprecio y meditación de esta divina palabra del Rogate, por la ilimitada obediencia a este divino mandato: declaro que no querré en nada ahorrarme para la gloria del Señor y la salvación de las almas.
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
Oh Padre de nuestro Señor Jesucristo, Te damos gracias porque enviaste delante de tu Hijo a tu siervo Elías, “como el fuego” (cf. Sir 48, 1), y con la fuerza y el sostén de Tu Espíritu, lo hiciste ministro mirable de tu divino celo. “Su palabra quemaba como antorcha” (cf. Sir 48, 1), su oración desencerró las puertas del cielo y las puertas de los infernos. Tú quisiste que nosotros también, compartiendo el único y eterno celo de Tu Hijo, perpetuáramos en la Iglesia Tu misterio de salvación. Justamente en el Nombre de Jesús, Te pedimos ahora, oh Padre, de suscitar entre tu pueblo, que peregrina en el tiempo, profetas y testigos “encendidos por el celo” de tu gloria y de la salvación de los hermanos. Envía nuevamente de los cielos santos la “lluvia benéfica de los buenos trabajadores”, que caminen delante de Tu Hijo “con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los hijos” hacia Ti, Padre suyo (cf. Lc 1, 17). Sean “devorados por el celo de tu templo” (cf. Sal 68, 10), testigos de tu divina presencia, defensores compasivos de los derechos de los pobres, y el fuego de sus corazones resplandezca delante de Ti, que eres Eterno y que con el Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
PADRE NUESTRO
BENDICIÓN EUCARÍSTICA
CANTO FINAL
VIGILIA DE ORACIÓN
PARA LA JORNADA MUNDIAL
DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES “JORNADA ROGACIONISTA POR EXCELENCIA”
CANTO DE EXPOSICIÓN
BREVE ADORACIÓN INICIAL
Invocación del Espíritu Santo
Es píritu Santo, consejero, los profetas y los hombres hablaron en Tu nombre: suscita hoy también apóstoles del Reino y concédeles Tu fuerza para que den testimonio a la Palabra.
¡Gloria a Ti, Soplo de vida!
Espíritu Santo, Potencia, que cubriste con tu sombra la Virgen María, para que fuera la Madre del Hijo de Dios: Tú preparaste en ella una digna morada para recibirlo. ¡Gloria a Ti, Fortaleza de Dios!
Espíritu Santo, Defensor, Tú bajaste sobre los Apóstoles bajo la forma de lenguas de fuego, y hablaste en ellos cuando daban testimonio a la resurrección de Jesucristo delante de reyes y pueblos: concédenos hoy nuevamente apóstoles de misericordia. ¡Gloria a Ti, Espíritu de Dios!
Terminada la invocación del Espíritu Santo, el presidente proclama o canta la oración:
Oh Dios todopoderoso y eterno, que en Tu Verbo hecho hombre nos revelaste el mandato evangélico de implorar los buenos trabajadores, escucha el grito del Corazón de Tu Hijo que desde un confín al otro de la tierra se eleva a Ti pidiendo los trabajadores de la mies; reconoce en Su voz nuestras voces que elevan súplicas a Tu Nombre, y por intercesión de San Aníbal María Di Francia, apóstol de la oración por las vocaciones, envía numerosos y santos trabajadores a tu mies. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO
Del Evangelio según San Mateo (Mt 9, 35-38)
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Entonces dice a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies». Palabra del Señor
HOMILÍA
SILENCIO Y ADORACIÓN
Oración dialogada por las vocaciones
Tú, Jesús, recorrías todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia (Mt 9, 35).
Mira nuevamente, oh Señor, nuestras ciudades y aldeas, pasa aún entre nuestras casas, proclama a nuestro corazón el Reino de los cielos y cura todas las enfermedades y dolencias de nuestra vida.
Tú, Jesús, al ver las muchedumbres, te compadecías de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor (Mt 9, 36).
Jesús, Señor compasivo y piadoso, Corazón ardiente de misericordia por nuestras vidas, fija aún Tu mirada llena de amor en nuestros rostros y corazones. Este mundo es todavía extenuados y abandonados como ovejas que no tienen pastor: ven Tú, Señor, a guiarnos, envía pastores según Tu Corazón.
Tú, Jesús, dijiste a tus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies» (Mt 9, 37-38).
Señor Jesús, todavía nos lo repites a nosotros hoy: Rogad al Señor de la mies. Nos lo repetiste fuertemente en la vida y en el corazón del Padre Aníbal Di Francia que consumó su existencia por estas palabras Tuyas. Escucha las oraciones suyas y nuestras y concédenos santas vocaciones.
SILENCIO Y ADORACIÓN
Durante la adoración se proponen unas frases breves de San Aníbal y el Salmo del Buen pastor para rezar.
“Me hallé comprometido, según mis débiles fuerzas, en el alivio espiritual y temporal de aquella multitud abandonada (San Aníbal)
“¿Qué son estos pocos huérfanos que se salvan… frente a los millones que se pierden y que se quedan abandonados como ovejas que no tienen pastor?” (San Aníbal)
“Consideraba el límite de mis misérrimas fuerzas, y el pequeñísimo círculo de mis capacidades y buscaba una salida y la hallaba amplia, inmensa, en aquellas adorables palabras de Jesucristo nuestro Señor: “rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (San Aníbal)
Salmo 23 El buen pastor
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
SUBA MI ORACIÓN COMO INCIENSO EN TU PRESENCIA (Sal 141, 2)
- Concluyamos nuestra oración dirigiendo al Señor de la mies nuestras súplicas para que envíe numerosos y santos trabajadores a su mies. Pero no lo haremos con las palabras sino con un gesto significativo: cada uno de nosotros infundirá un grano de incienso delante del Señor implorándolo para el don específico de una vocación. Si cumpliremos este gesto con la confianza de ser escuchados aquel grano de incienso será el signo ardiente de nuestra súplica y su humo que sube al Señor obtendrá por Él el don de una vocación a Su Iglesia.
Durante el gesto cantemos: Envía, Señor. TANTUM ERGO
BENDICIÓN EUCARÍSTICA
CANTO FINAL
Envía, Señor, apóstoles santos a tu Iglesia.